lunes, enero 3

El año que se fue




Es tiempo de hacer un recuento. Hace unos años, cuando aún era yo universitaria (a principios de la década) tenía un maestro de Teorías de la Comunicación llamado Jorge Lumbreras. El sujeto era alto, entrado en los cuarentas, medio pasado de peso, con una dicción por destacar y voz grave. Aunque no era precisamente bien parecido, se podría considerar atractivo, su inteligencia era notable así como su humildad. So, estaba enamorada de sus clases y era de las pocas que llegaba puntual a la materia, a sabiendas que él arribaría una hora tarde y los primeros minutos estaban destinados a las palabras de sus adjuntos.

Nos hablaba de una postura del conocimiento social, la pragmática, que casi todos siguen. Decía que al comenzar un año, o un ciclo, esta postura se plantea, como dice la frase, un “borrón y cuenta nueva”. Así, los seguidores de esta visión de la vida gustan de hacer propósitos y dejar atrás lo sucedido, aprendiendo también del ensayo-error. Yo siempre me ubiqué en la postura hermenéutica, con mi gusto por los signos, los símbolos y los hechos del presente.

Y es que terminando el 2010 y comenzando un nuevo año me pregunto ¿Por qué al llegar a este 31 de diciembre, en plena fiesta en el Gran Hotel de México, siento tanta nostalgia por el año pasado? Quizá fue porque hice cosas con las que siempre soñé y logré cumplir. A pesar de que no soy de las que hacen propósitos, sí se que esta vez cumplí con metas que me había planteado desde hace tiempo. Así, no creo que haya sido un año bueno, sino más bien fue el resultado de un par de meses de trabajo, esfuerzo y determinación.

Como decía Lumbreras, feroz crítico de la postura más cuadrada para estudiar las Ciencias de la Comunicación, no se trata de dejar atrás el pasado. El ayer es parte del hoy aunque lo queramos borrar de nuestra historia. Quizá por eso me gusta tanto el Budismo, por aquello del karma. Así, en este 2010, si hay que poner un límite en el tiempo, hubo muchas retribuciones, el karma se manifestó o bien la suerte me sonrió.

Contagiada de ese espíritu por recapitular, y echando una mirada al pasado, recordé una lista de hechos que quería cumplir antes de los 25. Deseaba con ansias viajar a Europa, tener un buen empleo y estar involucrada con algo de la moda. Por azares del destino no lo puede hacer antes de mi edad planteada, pero a dos años de cumplirlos lo logré, quizá de manera somera pero me siento contenta con ello.

Viendo una de mis películas favoritas "The Devil Wears Prada", tal como a Andrea Sachs tengo el empleo por el que cientos matarían. Estoy en un portal web de entretenimiento en donde muchos desearían estar. Este mismo lugar me dio la oportunidad este año de ir a muchos conciertos y hasta hacer la cobertura de uno de ellos.

A unos días de haber grabado a uno de mis grupos favoritos, Interpol, me fui a Europa. No pude creerlo. Vi las obras que sólo había observado en libros. Quedé fascinada por la cultura, la gente, el ambiente, otros lugares. Encontré en estos espacios una nueva inspiración estética y de vida. Me di cuenta que hay lugares tan hermosos por conocer, que la vida no debe ser en ningún momento pesada y aburrida, pues hay mucho por conocer, aprender y disfrutar.

Después de regresar, algo triste por dejar tanta belleza, fui a un desauyo de una firma de cosméticos. Sin ganas de asistir, recordé aquella sensación de aventura en mi viaje, de arrisgarte a conocer cosas nuevas, a pesar de todo lo que te pueda decir la gente. Así, con ayuda de mi suéter y leggins comprados en Londres, con mi chamarra de piel de Madrid, y mis bellas balerinas de Paris, me dispuse a vencer mis miedos e inseguridades.

La industria de la moda me daba miedo. Siempre quice escribir, ser parte de ella, pero me aterraba. Era el temor de no encajar, de luchar contra los estereotipos, mis justificaciones para simplemente no intentarlo. Pero fui, fue sorprendente estar en el mismo lugar con las editoras de las revistas que sigo mes con mes. Quizá suene conformista por emocionarme por sólo haber compartido el pan con ellas, pero no, para mi fue emocionante, fue un nuevo comienzo. No me sentí fuera de lugar, me encantó haber encajado estéticamente, con un atuendo ad hoc con la presentación.

Mi ñoñez tampoco puede ser malgastada. En esta década me titulé a tiempo, con un excelente resultado, en un tema que me fascina, Coco Chanel. Ahora, trás cuatro años de dejar los libros me inscribí a un curso de Historia del arte. Es fascinante y apenas voy en mi primera clase. Es un gran estímulo para mi y para retomar esta parte del estudio, para la que fui buena desde chica.

Me doy cuenta que es tiempo de nuevas metas. Un periodo de tiempo terminó con sueños cumplidas. Esta década, mis veintes (que áun tengo aclaro), significó terminar la universidad, comenzar una carrera, conocer el desamor, pero también el amor correspondido y, sobre todo, la verdadera amistad.

Hace unos días me sentía algo triste. Recordé varias experiencias de mi vida que no me gustaron nada. Fueron momentos que no quería repetir y sin embargo una situación similar ocurrió. Entiendo que no es lo mismo, ahora no soy tan insegura como entonces, pero igual dolió un poco.

Los pronósticos que tanto me gusta ver, sobre este 2011, no son muy alentadores para mis signos zodiacales. Dicen que Saturno frenará mis sueños... Me pone nerviosa esa situación, pero, el año pasado también hubo crisis y me fui de vacaciones a un spa y a Europa en otoño, además de haber comprado boletos para varios conciertos. Decían que no habría clientes, y hubo muchas pautas en la página para la que trabajo.

Prefiero entonces seguir con mi gusto por la interpretación que por la experimentación estricta. Me gusta pensar que comienzo una nueva etapa en mi vida, con proyectos que estoy por definir y establecer su inicio. Comienzo con el miedo de siempre, sólo que consciente que ya logre muchas otras cosas y que puedo con lo que venga.

Esta década me quede sin trabajo, murió mi abuelo, conocí la traición; todos estos eventos me trajeron cosas maravillos al final del día, comprobando la frase que me gusta repetirme cuando que quejo: "Karma malo, karma bueno, quién sabe..."

Un mantra que me repetiré en los próximos días :)

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