sábado, mayo 22

De los taxistas

Con el terrible hábito de no calcular bien el tiempo, y por lo tanto, llegar tarde a mis citas, soy cliente frecuente de taxis. En este camino he conocido a decenas de conductores. Me parece que la sociedad ha sido dura con ellos, pues no han sido objeto de preocupación, aberración y burla como sus colegas menos afortunados, los microbuseros.

Los taxi drivers pueden ser muy amables y incluso confesarse sin la mínima discreción con sus pasajeros; algunos otros, buscaron una oportunidad profesional, pero las circunstancias los obligaron a trabajar como taxistas, así que improvisan en su vocación por la psicología; dan consejos y comprueban sus hipóstesis con narraciones sobre experiencias propias o de otros de sus pacientes, digo, pasajeros.

Pero también están los taxistas gruñones, inconformes con la vida. A lo largo de mi experiencia con ellos, he identificado algunos de sus puntos vulnerables. Palancas que despiertan su ira contra sus clientes. Básicamente, he notado que les molestan dos puntos:

- Escasez de monedas y billetes de baja denominación. Al término de un viaje, las personas pueden pagar o no con exactitud su viaje. Si lo hacen con un billete mayor a los 50 pesos, incluso cuando el trayecto haya costado más del 50% de esta cantidad, pueden molestarse. Su reacción será mandar a su cliente a conseguir el cambio.

- Trayecto y transito lento. Manejar puede ser caótico en la ciudad de México. Así, ellos prefieren clientes con viajes cortos, que no los lleven de norte a sur, con rutas que no incluyan vías rápidas o zonas de transito lento.

Y bueno, también están los que se molestan cuando te niegas a pagar más de lo que acostumbras, cuando conoces el trayecto y sabes que su taximetro avanzó de manera misteriosa en un día sin transito.

¿Somos desconsiderados con ellos cuando nos molestamos ante tales desaires? No lo creo, eres el cliente y básicamente eres quien manda. Sin embargo, es una tarea pérdida intentar que ellos lo comprendan...Desde mañana, uso puro metro.

De vuelta a mi alma Mater

Del 2002 al 2006 mi rutina me llevaba del norte al sur de la ciudad. Diariamente me trasladaba a ciudad universitaria, a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Estudiaba yo la carrera de Ciencias de la comunicación.

Contrario a muchos de mi generación, mi estancia no fue tan significativa. Dicen que ahí haces a los mejores amigos de tu vida. Siento desilusionarlos, pero en mi caso no fue exactamente así. Recuerdo a ciertas amigas, que veo con poca frecuencia.

Lo que me gustaba de la escuela, en ese entonces, era el presente. Ciertas clases eran excitantes y leía libros teóricos que me fascinaban. Ahí aprendí que la moda era más que revistas y programas especiales en E!

Ahora, cada que regreso por alguna razón a la UNAM, me gusta recordar aquellos tiempos, mis angustias de ese entonces, las cuales giraban alrededor de las lecturas de tareas, exámenes, trabajos y maestros, algunos fuentes de inspiración y otros que pasaron al baúl de personas que no merecen más que el olvido.

En fin, hoy regresé por una razón menos académica, pero igual de placentera. Conocí el restaurante Azul y Oro. Como parte del Complejo Cultural de CU, este lugar converge con la Sala Nezahualcoyotl y el nuevo MUAC (cuya visita o simple vista exterior es un deleite visual).

Nada de pretenciones. En este restaurante los platillos fueron trascendentales (sinónimo del mmm… de Homero Simpson), en un sitio que mezcla lo cálido con un toque de modernidad. Mi elección de entrada fue la sopa de flor de calabaza con hojaldre, calientita, con cuerpo y presentada en un bellísimo plato de talabera. De plato fuerte ordené las muy recomendadas enchiladas de jamaica, 100% orgánicas, picositas, y con sentido social (se apoya a una comunidad que siembra dicha flor).

Así, me sorprende y enorgullece que haya un restaurante con tan buen concepto, dentro de una universidad pública y digno de ubicarse cerca de un área reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Destaca su reconocimiento de la cocina mexicana, con sus platillos e ingredientes, pero también con la introducción de tendencias en su presentación y recetario.

Los precios son accesibles para los universitarios, ahora acostumbrados a usar blackberry y comprar ropa en centros comerciales. Para el público en general, una propuesta fascinante que se complementa con una atmósfera cultural estimulante.

El Azul y Oro es otro lugar para recordar de la UNAM. Ahora, se convertirá en un amigo especial, al cual sí visitaré un poco más seguido.

De la inseguridad

Hace poco, mi maestra de budismo platicaba sobre las conferencias que el Dalai Lama realiza anualmente con científicos y profesionales del ámbito social y humanístico. En una de ellas, un psicólogo habló de los trastornos depresivos y cómo sus pacientes llegan a sentirse devaluados en sus vidas. De acuerdo con el relato, algunos de los monjes que acompañaban al Dalai Lama comenzaron a hacer preguntas. ¿A qué se refiere cuando señala que una persona siente que no vale nada? ¿Cómo un ser humano puede percibirse así?

Después de una explicación de psicólogos y psiquiatras, los monjes comprendieron el problema. Su visión de la vida en oriente, y quizá también bajo la filosofía que han estudiado toda la vida, les hacía incomprensible la tesis de los conceptos que ahora rondan doquiera que pongamos la vista.

Quizá para entrar en la moda de principios de siglo XX, con las teorías contemporáneas de la psicología, he de confesar que yo he padecido de estos males. Sí, muchas veces y en diferentes circunstancias me siento insegura y triste, sin el coraje y la valentía para enfrentarme a ellas. Las causas pueden ser insignificantes para los demás, pero las más importantes para mí, que al final me frenan en la planeación de nuevos proyectos.

¿Un escritor puede sentir ese mismo miedo, puede ser inseguro o tímido? Pensaba que no, así que mis pensamientos me pedían rendirme, como me he rendido en muchas otras ocasiones.

No obstante, y quizá obedeciendo al fenómeno de sincronicidad del que hablaba Carl Jung, leí uno de los ensayos de Borges, Ceguera. Desconociendo su padecimiento y lo que hizo después de perder paulatinamente la vista, no pude más que sentirme obligada a intentar lo que fuera. Borges no solo cuenta la historia de su vida, sino de otros personajes cuya enfermedad, deficiencia o incluso suerte, los llevaron por un camino nuevo, que quizá nunca hubiesen explorado.

Me gusta pensar que Borges no puedo haberse topado con un padecimiento menos poético. Su ceguera fue metáfora para una de sus lectoras.

martes, mayo 18

No quiero ir a trabajar!!

Qué día. Comencé llegando tarde al trabajo y discutiendo con el chofer del taxi sobre la lejanía de mi oficina. Odio que eso suceda, son taxistas y no quieren que haya transito, que sus viajes sean cortos y además ganar dinero. Me voy a fijar bien en usted para no llevarla la próxima vez… Me dijo. Sí yo escogiera a mi chofer, no lo hubiese elegido a usted, pensé pero no se lo dije. Sentía que no valía a pena pelear por algo sin importancia.

Llegue a la oficina muy tarde. Los rostros y el silencio cuando chequé mi entrada no fueron discretos; obvio, el retraso era evidente. Saludé a una de las diseñadoras y felicité a otro compañero, había cumplido años, 35 para ser exactos.

Por un momento hubo cordialidad, pero como es costumbre, las exigencias banales no tardaron en manifestarse. Los pagos, las tablas de excel, los mails sobre más pagos me han agobiado desde que llegué a este lugar. Son tareas con las que tengo que lidiar para tener un lugar en la parte editorial que ahí se desempeña.

Desde hace unos meses me he cuestionado mi estancia allí. Sí, he aprendido muchas cosas de la profesión, pero en una ubicación satélite, desde lejos y siempre observando. Cada que hay un proyecto y trato de involucrarme, hay también un rembolso que hacer, un tramite para el jefe o una tarea que no puede hacer alguien más que yo.

También he aprendido sobre el precio de ser auténticos, de no usar máscaras dependiendo las circunstancias. Cuando empecé a escribir este post, recordé a Calderón de la Barca y su obra La vida es sueño. Me vino a la mente Segismundo y cómo cambia su visión de la cárcel al palacio. La vida, como a él, nos puede llevar a sitios insospechados, el punto y lo importante es no darlo todo por hecho.

Algunos de mis compañeros han salido de la torre donde empezaron; ahora están en el palacio, como reyes (y es literal). Así, cambiaron también las características de su personalidad y se volvieron como el mismísimo Segismundo, arrogantes y dictatoriales. Lo triste para mí fue observar este cambio en una persona cercana, alguien con quien tuve un vínculo de amistad.

Las acciones maquiavélicas son las comunes en la oficina. Sería mejor que fuera como en Otelo, de Shakespeare, donde todo termina de una vez, en tragedia, pero concluye. Aquí no es así, continúa y continúa… Es verdaderamente estresante.

Sé que en la industria de la moda, este tipo de personalidades también proliferan. Es más, creo que incluso son peores. Mi consuelo es que, por lo menos, allí valdría la pena ir contra corriente, observando el proceso creativo de egos aún más grandes que los que conozco, los de los grandes diseñadores.

Me gusta más la visión de mis clases de Budismo. Mi maestra siempre recalca la verdadera naturaleza de los seres, libre de ignorancia, apegos y aversiones, llamados en esta doctrina los tres venenos. Por medio de la meditación, los hombres podemos liberarnos de éstos, mismos que provocan una visión errónea de la realidad.

Apartándome del budismo, y retomando a Calderón de la Barca, espero que esta parte de mi vida sea sólo un sueño más, o por lo menos, que mañana despierte de mejor humor...


lunes, mayo 17

Siete Noches de Borges y mis Mil y una noches

Terminé por fin el libro de Siete Noches de Borges.

El título ya me había gustado por la recomendación de mi caballero Gandhi (vendedor del post anterior). Leerlo no fue menos fructífero y emocionante. Sí, ésas son las palabras; la primera porque me aclaró muchísimos puntos sobre un proyecto literario que tengo en mente, y emocionante porque, tal como el autor lo describe, leer un libro es vivirlo, es toda una experiencia estética.

Siete Noches me hizo recordar, con los ensayos sobre las pasiones de Borges, algunos momentos de mi vida.

El que tengo más claro ahora es el de Las mil y una noches. Hace un tiempo, cuando era yo una universitaria, atendía la clase de Sociología del cine. El séptimo arte, era una costumbre si no es que una obligación en casa. Recuerdo que según un estudio del consumo del cine, los mexicanos asistían al cine 2 veces al año, cifra que ya había superado y seguro acumulaba para que, si reencarnara como lo dice el budismo, no volvería a disfrutar por varias vidas.

En fin, en mi asignatura conocí a quien llamaré el señor O, ayudante del profesor y alumno de últimos semestres. Me agradó desde que me felicitó por mis reseñas, las cuales calificaba de entretenidas, concretas y críticas. Mi gusto por comparar la historia universal con las tramas cinematográficas y opinar sobre la trayectoria de los directores, eran puntos que él apreciaba de mis escritos.

Al terminar el periodo escolar, por alguna razón que no merece comentarse comenzamos a hablar por medio de chat. Sus gustos y recomendaciones eran diversas y no siempre concordaban con las mías. A mí me encantaba Coldplay y él pensaba que su música no proponía nada. Criticaba mi afición por las pinturas de Degas, de quien decía se había limitado a pintar simples bailarinas (yo le señalaba que también había pintado carreras de caballos y le discutía su mérito de haber pintado en interiores, contrario a otros impresionistas).

Él era amante de Magritte, Semisonic, Tarantino y Tim Burton.

De las largas cyber charlas, pasamos a las llamadas telefónicas. Y es que más allá de un ligue, nos convertimos en buenos oyentes, de nuestras aficiones, miedos, romances y desilusiones. Era divertidísimo hablar por las noches, cuando nuestra atención estaba bien enfocada en nosotros.

Un día, nuestra conversación más prolongada duró hasta las dos de la mañana; quizá ambos hemos batido esa marca con otras personas, pero la recuerdo bien por su comentario de despedida. Me dijo que nuestras pláticas eran nuestra propia versión de Las mil y una noches, libro que creo marcó el trabajo de los siete ensayos, y la vida, de Borges.

Así, con una serie de experiencias personales, construimos un conglomerado que me hizo amar Casablanca y la frase … Siempre tendremos París, ver una y otra vez Kill Bill, y acercarme a Milan Kundera.

I love... Mi vestido genérico

Después de conseguir mi preciado vestido de gatos, no de Miu Miu pero su genérico en Zara, no aguanté ni un día para estrenarlo. La ocasión lo ameritaba, el festejo de algunos cumpleaños familiares, el día de las madres y el día del maestro, profesión dominante en la familia.

Estos eventos son para mí un compromiso más, pues no es mi fascinación ir a escuchar opiniones y charlas que no me interesan. Sin embargo, iba a usar EL VESTIDO, que encontré ayer como epifanía y conseguí por sólo 400 pesos (en época de crisis, no está de moda derrochar).

Antes del evento, y para sentirme en pasarela, me lancé al centro por dos libros de Borges, recomendados por alguien que considero mi maestro zen de las letras. Este personaje me está llevando por un camino que tenía miedo de abordar, y me dio algunas sugerencias para mejorar mi redacción técnica. Nada por que agobiarme, educada en la UNAM suelo ser demasiado metodológica… Quizá hasta me haga falta leer más poesía.

Regresando a mi viaje en el Centro, no pudo ser más inconveniente. Con un vestido de seda sin mangas, flats negros y leggins, mi atuendo atendía más al clima de las últimas semanas, calurosamente extremo. No obstante, ayer el clima me jugó sucio y llovió. Mi solución, tomar un taxi para no estropear el outfit, aunque me previne con un paraguas y gabardina que coordinaban a la perfección con mi Miu Miu genérico.

Llego a Gandhi y no están mis títulos. ¿Ahora todos leen a Borges?

Puedes encontrarlo en la sucursal Madero, aquí a una cuadra… Me dijo el vendedor. Con esta frase salí corriendo. Caminé bajo una lluvia más recia. El aire era insoportable. Ya en la librería busqué a algún vendedor, pero no había nadie disponible; apareció entonces, detrás de un librero, un chico alto, muy alto, y me preguntó si me podía ayudar.

Le dí el nombre de mis títulos, bueno los de Borges. Encontró el primero y me dijo que era muy bueno. Le dí el segundo, y puso cara de que no lo conocía. Después de encontrarlo, no pude evitar manifestar mi alegría y le dí las gracias. Su reacción: hacer una reverencia, cual caballero medieval que me hizo reír muchísimo.

Valió la pena caminar con la lluvia, toparme con dicho personaje y sentirme dama de alguna corte europea con mi vestido nuevo.

Back to basics...

Con altura de top model, pero sin otras medidas necesarias; sin talento para trazar un patrón o coser un dobladillo, pero con nociones básicas de escritura… Esa soy yo, una aficionada a lo que visten las personas, por qué lo hacen y lo que conspiran al hacerlo. ¿Qué me llevó a escribir esto? Saber porqué diablos me gustaría escribir sobre moda.

¿Cuándo empezó todo? Como los grandes diseñadores, yo no crecí entre telas, con un padre sastre o una madre costurera. En mi casa había libros, y en ellos las respuestas a todas mis dudas, de ahí mi preferencia por las letras.
Mi primer contacto en el análisis del vestir vino con mis muñecas. Niña sobre-estimulada, con una madre obsesionada con la perfección, fui inquisitiva desde pequeña. Inconforme con los modelos de mis primeras muñecas, busque telas para crear mis propios diseños. Los resultados fueron atuendos mal confeccionados, que podrían haber pasado como mis primeros acercamientos con la moda conceptual y dignas réplicas de piezas de Rei Kawakubo.



Mi juego favorito a los cinco años, el disfraz: usar stilettos que no me quedaban, hacerme crepe en el fleco e imitar a Madonna sin saber lo que decían sus canciones, porque al final eso carecía de la importancia que tenía mi atuendo. Mi gusto infantil por el vestir se convirtió en una gran pasión. Más que banalidad, la moda la definiría como otros autores, como un sistema de signos, que no por ser complejo deja de ser una forma de expresión lúdica y, sobre todo, seductora.

domingo, mayo 2

Mi lado geek adora a Pepper Potts

Se estrenó Iron Man 2 en México!! Viernes por la tarde y con una amiga, me dispuse a ver este filme, sin esperar nada profundo, mas que dos horas de entretenimiento vacío y divertido. Como era de esperarse, la fila llena de fanáticos del personaje de Marvel no eran cortas; algunos con playeras alusivas y muchos personajes parecidos a los de la serie Big Bang Theory, no fueron un buen augurio.

Sin embargo, cual fue mi sorpresa al encontrarme una cinta que me gustó, no por la trama, no por el protagonista (que me parece muy viejo), sino por Pepper Potts. Interpretada por Gwyneth Paltrow, es el caracter de mis sueños. No sólo porque es medio histérica como yo, sino por su vestuario y envidiable corte de cabello.





Así, me ví en la tarea de buscar algunas referencias a Potts en las pasarelas de primavera/verano y encontré algunas piezas con las que podría armar un outfit en su honor. A continuación sugerencias para su look en Narciso Rodriguez, Burberry Prorsum, Michael Kors, Luella (para las más atrevidas) y zapatos de Aldo.














Simplemente la amé y espero trabajar en un lugar muy nice para vestirme así!! Ahora, no podré odiar a la Paltrow aunque, en la vida real, sea esposa de Chris Martin.

sábado, mayo 1

Nuevos neutros

Como me gusta eso de los nuevos neutros para esta Primavera Verano.

Aunque no soy muy partidaria de los tonos claros, estoy segura que puedo seguir la tendencia de los colores arena, beige y grises. Mis opciones son los zapatos y bolsos de ALDO (abajo), aunque no niego que sí me pondría un vestidito de Malandrino.