domingo, septiembre 12

Del idioma francés...




Una de mis más terribles preocupaciones sobre mi próximo viaje a Europa es el idioma. Aunque visitaré dos ciudades españolas, en las cuales la lengua no será problema, en París sí me da miedito llegar.

Cierto día esperando en un restaurante de comida japonesa, los encargados y algunos comensales hablaban en un idioma desconocido. Pensé entonces en lo difícil que puede ser estar en un país extranjero.

Aunque sé un poco de francés, mi pronunciación es poco menos que mala. Así, espero reencontrarme con algún maestro que me devuelva un poquito de confianza para si quiera pedir algo de comer.

Con este anhelo de retomar mis estudios en el lenguaje de Coco Chanel e Yves Saint Laurent, tiendas que por supuesto visitaré en mi viaje, a pesar de que no me compre nada debido a mi apretado presupuesto (una en la Rue Cambon y la otra sobre Campos Elíseos), recordé lo bello que es el idioma francés.

Ahora que recobré mi lectura de Milan Kundera y "La insoportable levedad del ser", me topé con la frase...

En idioma de Kant, hasta "buenos días", con la entonación precisa puede adquirir el aspecto de una tesis metafísica. El alemán es un idioma de palabras pesadas.

Pense entonces sobre el francés, y me parece que es la lengua más romántica y seductora de todas. Por algo fue el idioma de Coco Chanel, de una de las mejores editoras de moda, Carine Roitfeld, de muchos artistas de vanguardia y París la ciudad de Rick e Ilsa. Así que no está de más volver a mis cursos formales y volver a practicarlo. Para comenzar, a escuchar algo de Edith Piaf y La Vie En Rose...



Y por qué no? Camille con Le Festin para Ratatouille

viernes, septiembre 10

Y para mi viaje...

Ok, ya lista para viajar. Sí, no tengo mucho $$$, pero tengo a mis dos fuentes de inspiración: Gossip Girl desde París... allá voy !!!




jueves, septiembre 9

De viaje...




Desde hace unos años he tenido una loca obsesión por viajar a Europa. Realmente no sé cuando empezó. Lo que sí recuerdo es que la primera atracción llegó con mis clases de historia de la secundaria. Sí, fue ahí cuando empece a elucubrar que viajaría por el mundo para conocer culturas y personas diferentes.

Desde temprana edad era ambiciosa y hasta deseaba tener un novio extranjero. Sí, ese pensamiento se concretó y grabó aún más en mi mente adolescente cuando un día leí en la revista (publicación mensual para niñas ñoñas), que el amor de mi vida sería un turista de otro país (sí, no uno nacional). Nota: No he conocido al amor de m vida o algo que se le parezca :(

Lo cierto es que los hombres extrajeros también comenzaron a llamar mi atención. Primero creo fueron los checos y todos aquellos originarios de Europa del Este. La idea de mis clases de historia, sobre la ocupación soviética y una visita a la exposición fotográfica de Josef Koudelka me hicieron enamorarme de ellos... y eso que aún no leía "La insoportable levedad del ser", de Milan Kundera.

Posteriormente, me gustaron los ingleses. Chris Martin fue mi obesesión por un tiempo, con un enfermo anhelo de visitar el nublado y siempre lluvioso Londres. Me imaginaba caminado por las calles estrechas, cruzando puentes y caminando con un abrigo Burberry y bufanda de Stella McCartney, para estar a tono con la ciudad.

Después comence a estudiar francés y me enamoré de Francia. Una de las principales capitales de la moda, los desfiles, los Campos Elíseos, Coco Chanel, Dior, Thierry Henry... todo en Francia para mi era perfecto; es más, hasta cantaba las rolas de Alizé. Y, como en esas sincronias de las que habla Carl Jung, me topé con referencias a la Ciudad Luz que me enamoraban más de ella.

En la universidad, una amiga y yo soñabamos con viajar a Europa, con irnos de intercambio o hacer una maestría ultramar... Pero el sueño comenzó a caer, cual sueño originado por Leonardo DiCaprio (lo siento, me gustó mucho la película de Inception). Así, la vida siguió su curso. Terminé la escuela, no me fui de intercambio y las maestrías en otros países no eran como en la UNAM, de "a 20 centavos el semestre."

Entré a trabajar y el furor de mis primeros sueldos rebasó mis anhelos de salir del país. Y cuando mi pasaporte ya estaba más que empolvado en un cajón de mi closet, de la nada, regresó mi sueño por Europa. Quizá, fue haber visto a los españoles ganar el mundial, ver tan seguido las imágenes del Real Madrid y el Barcelona en la página donde trabajo. No sé que pasó, pero quiero regresar a mi sueño, y esta vez, ver con mis propios ojos todo eso que sólo he visto como una posibilidad lejana.

Un amigo dice que es malo contar los planes. Pero la verdad, ya no me importa, estoy tan empcionada que no dejo de pensar en esto cada minuto. Con mi viaje, vendrá una dieta rigurosa, pues me privaré de gastos en comida durante mi trayecto, sólo para disfrutar cada rincón de Madrid, Barcelona y París.

Quizá no encuentre al amor de mi vida, pero sí que viviré una experiencia similar a las amorosas... Sólo espero no me agarre el Síndrome de Stendhal.

Ahora sí, tendré mi propio París...