Hace poco cumplí años... Sí, un año más vieja y un tanto más confundida.
Además de las comidas y los buenos ratos con mis amigos hubo varios regalos memorables. No, no fue ninguna joya de Tiffany o un bolso Fendi, sino dos detalles que de verdad me hicieron el día.
El primero fue un gato tejido que me dio una amiga de la universidad, muy bonito, al que le aprietas la panza y maulla. El segundo fue otro minino que sirve de colgante para mi celular. Luego de llegar a mi cuarto, el gato tejido se sumó a mi colección de bastardines, muñecos de tela (también en forma de felinos...) que hace mi ex compañera de oficina Inés (chequen sus productos son de lo mejor).
Así, me doy cuenta que pinto para ser la loca de los gatos... Ya me ví... Cuarentona y con una docena de gatos. La idea no me pareció descabellada, es más, me gustó. Pensé incluso en los nombres de cada uno de mis felinos, claro está, con influencias del mundo de la moda. Por ejemplo, uno negro se llamará Giorgio (en honor a Giorgio Armani y su siempre impecable atuendo monocromático); otra de pelaje miel será Donatella (por la hermana Versace)...
Pero no seré como la loca de los gatos de los Simpsons (abajo).
Ya lo pensé y encarnaré a la modelo de la más reciente campaña otoño-invierno de Lanvin... Mi retrato del futuro jejeje...
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