sábado, mayo 22

De vuelta a mi alma Mater

Del 2002 al 2006 mi rutina me llevaba del norte al sur de la ciudad. Diariamente me trasladaba a ciudad universitaria, a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Estudiaba yo la carrera de Ciencias de la comunicación.

Contrario a muchos de mi generación, mi estancia no fue tan significativa. Dicen que ahí haces a los mejores amigos de tu vida. Siento desilusionarlos, pero en mi caso no fue exactamente así. Recuerdo a ciertas amigas, que veo con poca frecuencia.

Lo que me gustaba de la escuela, en ese entonces, era el presente. Ciertas clases eran excitantes y leía libros teóricos que me fascinaban. Ahí aprendí que la moda era más que revistas y programas especiales en E!

Ahora, cada que regreso por alguna razón a la UNAM, me gusta recordar aquellos tiempos, mis angustias de ese entonces, las cuales giraban alrededor de las lecturas de tareas, exámenes, trabajos y maestros, algunos fuentes de inspiración y otros que pasaron al baúl de personas que no merecen más que el olvido.

En fin, hoy regresé por una razón menos académica, pero igual de placentera. Conocí el restaurante Azul y Oro. Como parte del Complejo Cultural de CU, este lugar converge con la Sala Nezahualcoyotl y el nuevo MUAC (cuya visita o simple vista exterior es un deleite visual).

Nada de pretenciones. En este restaurante los platillos fueron trascendentales (sinónimo del mmm… de Homero Simpson), en un sitio que mezcla lo cálido con un toque de modernidad. Mi elección de entrada fue la sopa de flor de calabaza con hojaldre, calientita, con cuerpo y presentada en un bellísimo plato de talabera. De plato fuerte ordené las muy recomendadas enchiladas de jamaica, 100% orgánicas, picositas, y con sentido social (se apoya a una comunidad que siembra dicha flor).

Así, me sorprende y enorgullece que haya un restaurante con tan buen concepto, dentro de una universidad pública y digno de ubicarse cerca de un área reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Destaca su reconocimiento de la cocina mexicana, con sus platillos e ingredientes, pero también con la introducción de tendencias en su presentación y recetario.

Los precios son accesibles para los universitarios, ahora acostumbrados a usar blackberry y comprar ropa en centros comerciales. Para el público en general, una propuesta fascinante que se complementa con una atmósfera cultural estimulante.

El Azul y Oro es otro lugar para recordar de la UNAM. Ahora, se convertirá en un amigo especial, al cual sí visitaré un poco más seguido.

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